Tú querías ser una princesa.

Tú querías ser una princesa.
Querías encontrar un príncipe azul.
Hacer tu cuento, tener una relación, en la que sólo fueseis dos.
Pasar noches de peli y mantita, besos y mimos.
Estar siempre con alguien.
Eras la soñadora del grupo.
Esperabas pacientemente a que llegase alguien a tu vida y que os enamoraseis locamente.
Nunca cometías locuras, siempre correcta, educada y adorable.
Nada se salía de tus planes.
Pero un día te emborrachaste, perdiste el control, y a la mañana siguiente te despertaste desnuda, en una cama desconocida, abrazada a un cuerpo desconocido, con el pelo enmarañado, dolor de cabeza.
Te dolían los muslos, olías a sexo.
Te vestiste en silencio y te marchaste.
Sentiste una libertad que no habías sentido nunca.
El descontrol y la locura.
Las ganas de mas.
Ahora sales todas las noches, te vistes ajustada, minifalda y tacones. Contaminas tu cuerpo y te dejas llevar.
Ahora cada mañana es una cama diferente, un cuerpo diferente.
Y siempre te vistes en silencio y te marchas como si nunca hubiese pasado.
Con el rimmel corrido, el pintalabios gastado, el pelo enmarañado, y la boca con sabor a vodzka, semen y vómito.
Ya no quieres parar, y sales todas las noches, desatando tu locura, buscando cuerpos diferentes que comerte.

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